miércoles, 12 de diciembre de 2007

Los Mercaderes del Caos

Existen aquellos a quienes podríamos llamar “mercaderes del caos”. Hay gente que quiere que el entorno parezca muy, muy perturbador. Hay gente que obtiene algún tipo de ventaja, eso es lo que piensan, si se hace que el entorno parezca más amenazante.

Se puede ver un ejemplo claro en los periódicos. No hay ni una sola buena noticia. Los periodistas le echan el entorno a la gente en la cara y le dicen: “¡Mira! Es peligroso. ¡Mira! Es abrumador. ¡Mira! Es amenazante”. No solamente informan sobre las partes más amenazantes de las noticias, sino que también lo hacen de forma sensacionalista, haciéndolo peor de lo que es. “¿Qué más quiere como prueba de su intención?” Ese es el mercader del caos. Se le paga en la medida en que puede hacer que el entorno sea amenazante. Anhelar buenas noticias es temerario en una sociedad en la que reinan los mercaderes del caos.

El mercader del caos tiene muchas tropas entre la gente con intereses creados.
Y no piense que es accidental el que el sistema actual de justicia tome a un criminal peligroso, le meta en prisión, le haga más antisocial y más peligroso y entonces, le deje suelto en la sociedad. Cuanto más crimen, más policía hace falta.

En muy buena medida, se encuentran ideas de este tipo en la sociedad. No es sólo el periodista o el político; hay individuos aquí y allá que también se dedican a esto.

Muchas personas emplean toda su vida como mercaderes del caos profesionales; hacen que los que están con ellos se preocupen a muerte. El porcentaje de los que hacen esto puede llegar a ser tan elevado como uno de cada cuatro. Por ejemplo, un ama de casa, como mercader del caos en su esfera de influencia, piensa de su marido: “Si sólo pudiera hacer que Enrique se preocupara lo suficiente, haría lo que le digo”. Opera con la idea de que es necesario extender la confusión y el trastorno. Pero con ello viene una preocupación: “Me pregunto, por qué Enrique no sale adelante”. Naturalmente, ella está haciendo que se enferme.

La verdad del asunto, sin embargo, es esta: el entorno no es, jamás, tan peligroso como se lo presenta. En vez de eso, enormes cantidades de gente y grandes cantidades de dinero fabrican un entorno peligroso. De hecho, en la década de los 60 una gran proporción del presupuesto nacional de Estados Unidos se dedicó a la guerra atómica. Pero si no hubieran desarrollado la amenaza, no habría habido ninguna. El dinero que financiaba el horror trabajaba para mantener el horror.

Construir un entorno pacífico no es algo que convenga a aquellos que consiguen sus ingresos, subvenciones o interés público por la cantidad de conmoción.


UNA INFLUENCIA TRANQUILIZADORA

Los intereses creados que respaldan un entorno trastornado se resisten contra cualquier cosa que tienda a pacificar o a producir un ambiente en calma.

En la medida en que Scientology progresa en un lugar, el entorno se vuelve más y más tranquilo. No menos aventurado, sino más tranquilo. En otras palabras, la amenaza potencial hostil, inalcanzable, intocable en el entorno, se reduce. Alguien que sepa más acerca de sí mismo, de los demás y de la vida y que consiga un mejor control de las situaciones, tiene menos problemas en su entorno. Aunque sólo se reduzcan un poco, se reducen.


Los periódicos pueden tener un efecto deprimente sobre una persona.



Ya que tratan principalmente con malas noticias, presentan generalmente una imagen sombría del mundo

Uno puede llevarse las malas noticias con él y sacar una idea negativa, distorsionada de sus alrededores, que en realidad puede que estén muy tranquilos.

Incluso alguien que haya oído hablar muy poco de Scientology tiene menos agitación en su entorno. Un individuo, menos amenazado por el entorno, tiende a recuperarse. Se vuelve menos apático. Piensa que puede hacer más acerca de la vida. Puede proyectarse un poco más allá; por lo tanto puede ejercer una influencia tranquilizadora en su entorno inmediato.

Según esto fuera progresando, habría más y más individuos que podrían traer más y más tranquilidad al entorno o llevar las cosas mejor y mejor. Solamente las cosas que no se controlan son caóticas. Daría como resultado una situación en la que la amenaza del entorno desaparecería. Este entorno abrumador, imposible de resistir se haría más y más manso. La gente estaría menos y menos asustada. Usted tendría más y más oportunidades de solucionar los problemas reales que existen, en lugar de que la gente estuviese creando problemas para hacer dinero con ello. Sería una sociedad diferente.

Sin embargo, al mercader del caos no le gustan las influencias tranquilizadoras, luchará contra todo lo que disminuya el desorden en el entorno.

Por ejemplo, una mujer tiene a su marido completamente dominado. Le tiene preocupado y perturbado mañana, tarde y noche.

Si el marido entonces empieza a realizar una actividad que lleva más tranquilidad al entorno, habrá repercusiones por parte de la mujer. Si él está menos perturbado, estará menos bajo su control. Ella, naturalmente, lucharía contra lo que estuviera haciendo que su marido estuviese más tranquilo. Sin embargo, el desorden y el caos se vienen abajo en presencia de la verdad. Son las mentiras las que mantienen al universo continuamente perturbado. La introducción de la verdad en una sociedad produciría un entorno más tranquilo, con menos perturbaciones y por lo tanto, con menos cosas en la misma que los mercaderes del caos podrían obtener por medio de la estafa.

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